Nota sobre los productos alimentarios en el Paleolítico
Francesc Fusté-Forné
Reseña - Kalpana. Nro. 16- 2018 (pp.58-65) ISSN: 1390-5775
servicio de la sociedad” (Moreno y Sariego, 2017, Relaciones entre Turismo y Arqueología:
el Turismo Arqueológico, una tipología turística propia, p.163). De este modo, la relación
entre la arqueología y el turismo es muy significativa, ya que permite generar sinergias
culturales y económicas que “auspicien la preservación, investigación, conservación y
difusión del patrimonio arqueológico” (ibid).
Las prácticas vinculadas al turismo arqueológico tienen lugar principalmente en entornos
rurales y naturales (Pacifico y Vogel, 2012), lo cual representa una oportunidad de conexión
entre la ruralidad local y una industria turística que se ha convertido en una de las principales
fuentes de ingresos de estos entornos (Fusté-Forné, 2017; San Nicolás, 2017). De este modo,
la conversión del patrimonio arqueológico desde un recurso cultural a un producto turístico, a
través de rutas, es una forma de dar visibilidad a este patrimonio y a la vez de estimular la
demanda hacia zonas donde el turismo sigue siendo una actividad con un componente
estacional. Este es un elemento muy significativo que se relaciona directamente con la
diversificación del arqueoturismo, donde ya aparecen acuñadas terminologías específicas
como la arqueogastronomía (Tresserras, 2017), que resulta de la combinación del turismo
arqueológico con productos gastronómicos. Por lo tanto, uno de los recursos del
arqueoturismo es el que hace referencia a la cocina y las herencias culinarias, es decir, al
descubrimiento como parte del turismo arqueológico de cómo se caracterizaba la dieta en el
Paleolítico. Así, la puesta en valor de la alimentación paleolítica puede ofrecer una
oportunidad para el desarrollo conjunto del turismo arqueológico y gastronómico.
Una aproximación a la alimentación en el Paleolítico
La historia de la alimentación humana se basa en la disponibilidad y utilización de los
productos del entorno, animales y vegetales, con fines culinarios. La caza, la pesca y la
recolección han sido las actividades de abastecimiento que han permitido a los pobladores del
globo terrestre ir configurando su alimentación y tradiciones culinarias, y, en consecuencia, su
gastronomía. Por lo tanto, la alimentación humana, en la prehistoria y también en la
actualidad, tiene una fuerte dependencia de los productos del territorio. Por lo tanto, las
condiciones de vida de los grupos humanos que habitaban el planeta durante el Paleolítico
están estrechamente ligadas a las condiciones impuestas por los ecosistemas particulares, por
ejemplo, un clima generalmente frío y el hecho de compartir el entorno natural con una fauna
variada; también por las tecnologías alimentarias desarrolladas, tales como las herramientas
para cazar y cocinar, que cada vez serían proyectadas de forma más útil y eficiente. A la vez,
cabe mencionar que la configuración específica de los espacios difiere en función del lugar
del planeta del cual se hable, lo cual se debe al tipo de medio y clima particular de cada
contexto geográfico, que no se analizan en esta reseña.
En la actualidad, “la paleodieta es una adaptación cultural” (Carbonell y Bellmunt, 2016,
Pàleo Receptes. La dieta dels nostres orígens per a una vida saludable, p.11) de los hábitos
alimentarios del Paleolítico, y que, con las evidentes diferencias en las necesidades nutritivas
de antes y de ahora, puede beneficiar los hábitos alimentarios actuales “combinando animales
que han existido en tiempos remotos, y que aún existen, con plantas que han existido y que
aún existen” (ídem). En este sentido, hay platos de la cocina tradicional que tienen un origen
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