
La construcción simbólica del turismo en San Carlos d e Bariloche desde 1902 a 1945
The symbolic construction of tourism in San Carlos de Bariloche from 1902 to 1945 1
Gonzalo Ezequiel Barrios García
gbarrios@unrn.edu.ar
https://orcid.org/0000-0003-1277- 1120 Universidad Nacional de Río Negro – CONICET- Argentina 2
1 Manuscrito recibido el 21 de octubre del 2020, y aceptado tras revisión editorial y de pares doble ciego el 06 de abril del 2021. Kalpana-Revista de Investigación. Nro. 20. Publicación Semestral (febrero-Julio -2021) ISSN-e: 2661-6696 ISSN: 1390 - 5775.
Una versión preliminar de este artículo fue presentada como ponencia en el congreso “XII Bienal de coloquio de trasformaciones territoriales” en el año 2018.
2 Becario doctoral del CONICET con lugar de trabajo en el CITECDE/UNRN. Forma parte del Grupo de Estudios sobre Acumulación, Conflictos y Hegemonía desde el año 2015. Se especializa en la estructuración del espacio urbano a través de la relación dialéctica entre el accionar del Estado, los modelos de desarrollo y su vinculación con el componente ambiental.
La construcción simbólica del turismo en San Carlos de Bariloche
Gonzalo Barrios
Kalpana nro. 20 (julio -2021) (pp.7-29 )
Resumen
La ciudad de San Carlos de Bariloche, en la provincia de Río Negro, Argentina, ha sido caracterizada como un destino eminentemente turístico por gran parte de la bibliografía académica y documentos públicos, se destaca la figura de Ezequiel Bustillo al frente de la Dirección de Parques Nacionales como el principal o incluso el único promotor de este proyecto de ciudad. Desde la perspectiva de la historia cultural urbana y por medio de análisis de diversas fuentes documentales desde 1902 a 1945, testimonios de época de A.M. Elflein, E. Morales, A. de Anchorena, F. P. Moreno y B. Willis; el presente trabajo tiene por objetivo matizar y contextualizar algunos elementos que se adjudican al proyecto propuesto por Bustillo que impulsó a la localidad de S. C. de Bariloche como un destino eminentemente turístico y europeizado. Como resultado constatamos la presencia de una determinada manera de caracterizar la localidad desde inicios del siglo XX, que se enfoca casi exclusivamente en la similitud del paisaje con el imaginario suizo y delimita el desarrollo económico local a uno ligado exclusivamente con el turismo. En este sentido, podemos concluir que en las prácticas materiales desplegadas por Bustillo se conjugaron con un proceso histórico, cultural y social de largo recorrido, e influyeron decisivamente en la construcción simbólica del paisaje y la ciudad como destino turístico .
Palabras clave: Bariloche, parques nacionales, turismo, construcción simbólica, paisaje
Abstract
San Carlos de Bariloche is usually characterized as a tourist destination by a variety of public documents and academic articles. The figure of Ezequiel Bustillo as the head of the National Parks Directorate was highlighted as the main or even the only promoter of this city project. Taking urban cultural history as a framework, and the analysis of various documentary sources from 1902 to 1945 and testimonies written by A.M. Elflein, E. Morales, A. de Anchorena, F.P. Moreno and B. Willis, the present work aims to clarify and contextualize some elements that are awarded to the project proposed by E. Bustillo that promoted the town of SC de Bariloche as an eminently tourist and European looking destination. As a result, we verify the presence of a certain way of characterization of the town since the beginning of the 20th century, those books and articles explored the similarities of the landscape between SC de Bariloche with the Swiss; and delimits local economic growing to one linked exclusively to tourism. We conclude that the ideas of E. Bustillo were combined with a long-term historical, cultural and social process and decisively influenced the symbolic construction of the landscape and the city as a tourist desti nation.
Keywords: Bariloche, tourism, national parks, symbolic construction, landscape
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I ntroducción
Las ciudades del norte de la Patagonia andina en general, y San Carlos de Bariloche (Argentina) en particular, responden por diversos caminos a una organización territorial en particular: la ciudad turística. Varias producciones académicas y documentos públicos oficiales analizan la matriz productiva de la ciudad y coinciden en que el turismo es en la actualidad una de las principales actividades productivas (Bosch y Simonelli, 2003; Marioni y Urieta, 2003; Madariaga, 2007; Abaleron, 2009; Monasterio et al., 2009, Garaventa, 2016 ; Kozulj, et al, 2016; Medina, 2017; Behnisch, 2018; Piantoni et al, 2019, entre otros). Aún más abultada es la cantidad de producciones que identifican a la Dirección de Parques Nacionales, fundada en 1934, como el único (o en el mejor de los casos, el principal) promotor de dicha actividad en la localidad (Rey, 2004; Floria, 2004, 2008; Bandieri, 2005; Méndez, 2010; Piglia, 2010, 2012; Niembro, 2011; Núñez, 2014, 2015, 2016; entre otros). El proceso histórico que culminó con las “turistificación”3 de la Patagonia andina en general, y de la ciudad en particular significó declarar a los lugares como mercancías, y por lo tanto, privatizar su acceso, como así también explotar los recursos naturales; las personas y organizaciones, los espacios verdes y las calles, puestos de mercados artesanales, los centros comerciales, refugios de montaña, senderos, pistas de esquí, ríos, lagos, playas, volcanes, costas, las representaciones e imaginarios colectivos, historias y tradiciones orales, en definitiva la cultura. Todos son incorporados al flujo del capital, aunque no necesariamente visibilizados en igual medida. Este proceso se consolidó con el devenir de los años y requirió la “mejora y el aumento” de la oferta hotelera, gastronómica y la industria de bienes y servicios en espacios cerrados y al aire libre, para lograr constituirse hoy como uno de los principales destinos turísticos a nivel nacional, tanto para actividades de verano como de invierno4 .
Este trabajo parte de la premisa que considera a Bariloche como destino eminentemente turístico, pero busca sopesar, relativizar y contextualizar en un proceso histórico más amplio, el peso que se le otorga en gran parte de la bibliografía especializada a la figura de Exequiel Bustillo, como director de Parques Nacionales, en la consolidación del proyecto turístico que resultó ser hegemónico haciendo visible el rol de actores e instituciones que le precedieron. A través de la recuperación y el análisis de documentos con fechas anteriores a la de su gestión, se identificó cómo es que se fue delineando la construcción en el plano de lo simbólico de dicho proyecto. Los diversos viajeros y migrantes, que fueron delimitando el horizonte de categorías sobre el paisaje observado, que con el tiempo se fue cristalizando a la hora de valorar la localidad como destino turístico.
3 Entendido como un proceso histórico que abarca tanto prácticas simbólicas: identificación de atractivos, la publicidad, etc. que contribuyen a la invención del lugar o construcción de representaciones acerca de él, como las prácticas materiales de creación de infraestructura, accesibilidad, etc., que contribuyen a la producción concreta del lugar e incluso a su territorialización en tanto inclusión en un determinado espacio de dominación (Floria & Vejsberg, 2009) .
4 La ciudad de San Carlos de Bariloche se encuentra entre las primeras posiciones de una diversa cantidad de indicadores que lo sitúan entre los principales destinos turísticos del país, como, por ejemplo: la afluencia de turistas internacionales y nacionales, la cantidad promedio de noches de alojamiento, la oferta y calidad de alojamiento turístico, la cantidad de vuelos recibidos (según los Anuarios Estadísticos Turísticos del Ministerio de Turismo de la Nación de los años 2013, 2014 y 2015).
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Desde la perspectiva de la historia cultural urbana, y por medio de análisis de diversas fuentes documentales históricas que van desde 1902 a 1945, y testimonios de época de A.M. Elflein, E. Morales, A. de Anchorena, F. P. Moreno y B. Willis, se rescata la referencia constante a la región a los Alpes suizos, y como a partir de esta se construye un horizonte simbólico que delimita el desarrollo económico local a uno ligado exclusivamente con el turismo. En este sentido, podemos concluir que las prácticas materiales desplegadas por Bustillo, convergieron con un proceso histórico, cultural y social de largo recorrido; e influyeron decisivamente en la construcción simbólica del paisaje y la ciudad como destino turístico.
Este artículo se estructura de la siguiente manera, un primer apartado que trata de enmarcar el abordaje teórico con el cual se analizan las fuentes, en él se desarrolla sintéticamente la noción de construcción simbólica y su relación sobre el espacio. Un segundo apartado versa sobre la metodología con algunas consideraciones sobre las fuentes consultadas . En un tercer apartado se exponen los resultados de los análisis de los discursos y las fuentes, y se intenta recuperar la centralidad de la caracterización de la región como análoga a los Alpes suizos para identificar la construcción simbólica de la localidad en tanto destino turístico. Esta caracterización se pondrá en relación con diversas políticas públicas como catalizadoras de dicha construcción. Finalmente, en una cuarta parte se recapitula lo realizado y se desarrollan unas breves conclusiones. Es importante aclarar que el presente trabajo se concentrará en analizar dos momentos claves del periodo de conformación de Bariloche como ciudad turística: los relatos de principios del siglo XX, cuando la localidad fue reconocida institucionalmente, y un segundo momento con la formación de la Administración de Parques Nacionales hasta el primer gobierno peronista. Los cambios políticos en la Administración de Parques Nacionales e Institucionales a partir de 1945 se constituyen como cierre de un modo de organización e intervención en el territorio; y el comienzo de otra etapa con dinámicas propias que por lo tanto deben ser analizados específicamente.
Poner en el centro del análisis los relatos de los “protagonistas” eclipsa, de algún modo , el contexto de los elementos condicionantes y posibilitadores, en definitiva, todo aquello que hace a la relación dialéctica entre estructura y superestructura, como factores condicionantes de la capacidad de agencia que ciertos actores parecieran detentar. La Argentina de principios del siglo XX era gobernada por una clase política heredera de la generación del 80, con una determinada idea sobre cómo debería ser la inserción nacional en el sistema mundial, con un determinado modelo de desarrollo económico, de participación política, de organización social, etc., marcos que condicionaron los recursos disponibles, y, por lo tanto, favorecieron la preponderancia de ciertos actores a la hora de resolver problemáticas y tomar decisiones. Por ejemplo, la responsabilidad otorgada al perito Francisco P. Moreno (y sus colaboradores), en materia de delimitación de los límites entre Argentina y Chile; y las acciones llevadas adelante por él se impusieron por sobre el estilo de vida de las personas que residían en los te rritorios cordilleranos. En similar medida, el peso de las acciones realizadas por Exequiel Bustillo al frente de la Dirección de Parques Nacionales, fueron por diversos motivos lo suficientemente consistentes como para imponerse aún sobre las voluntades municipales, según relata en su autobiografía (Bustillo, 1999). Sin embargo Casini (2000), sostiene que el conocimiento de la
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Patagonia está unido a un conjunto de discursos fundadores, que a través de los testimonios y relatos de los primeros cronistas, viajeros y científicos que recorrieron la Patagonia se recrearon los espacios a los que asignaron una adjetivación particular, y resultaron ser modeladores para las experiencias y para los textos que se fueron escribiendo con posterioridad. Si bien la autor a se refiere a los documentos producidos al momento de la conquista y particularmente los que caracterizan a los pueblos originarios5, podríamos extender este argumento al horizonte propuesto para San Carlos de Bariloche y sus alrededores como destino emi nentemente turístico.
“Quienes decidieron ocupar la Patagonia vinieron con la misma mirada eurocentrista de quienes decidieron la colonización del resto del continente [...] La región ha sido descripta por el conquistador desde sus matices de marginación, de fronteridad, de soledad, de tierra maldita. Se trata, en este caso, de la mirada de aquellos que pensaron en la Patagonia como una fuente rápida de riquezas, desde un concepto puramente extractivo” (Casini, 2000, p. 6).
Los estudios culturales y la historia social nos aportan elementos para comprender la conformación de la realidad a partir de utilización y reutilización que los seres humanos hacen de los elementos simbólicos que se transmiten de generación en generación (Burke, 1997). Barreto (2005), en su análisis sobre el turismo étnico propone que el turismo ha apelado a ficciones orientadoras para construir sus atractivos: “Se trata de un conjunto de piezas literarias o historiográficas que contribuyen para crear una determinada identidad creaciones tan artificiales como ficciones literarias” (Barreto, 2005, p.5). Se habla de comunidad imaginada para dar cuenta de una serie de atributos culturales compartidos que se traducen en aspectos visibles como el estilo de vida (Anderson, 1993).
En el campo del turismo, muchas comunidades imaginadas han sido recreadas, o inventadas y su cultura vendida como producto (Barreto, 2005). Cabe preguntarse si esta posibilidad de recreación es posible trasladarla a la caracterización espacial, en otras palabras, si la identificación de Bariloche como destino turístico semejante a los Alpes suizos no implicó una construcción de un imaginario simbólico cuyas consecuencias llevarían hacia la conformación de una ciudad turística. Hiernaux (2008), considera al turismo como un proceso que construye el espacio a partir de una perspectiva individual y de sus interacciones socio - espaciales, tratando de reconstruir los imaginarios que guían las prácticas espaciales de quienes se involucran de una manera u otra con la actividad turística. Sin embargo, esta construcción simbólica no puede ser completamente contingente o aleatoria, según Castoriadis (1983), la sociedad constituye su simbolismo, pero no en total libertad: “el simbolismo se agarra a lo natural, y se agarra a lo histórico (a lo que ya estaba ahí) […] [a la vez que] determina unos aspectos de la vida y de la sociedad (y no solamente aquéllos que se suponía que determinaba) ” (Castoriadis, 1983, p.163). De este modo, la cualidad turística del destino puede ser analizada como un artefacto cultural que es construido por medio de diversos elementos simbólicos y materiales a lo largo de un proceso histórico denso en el sentido que Anderson (1993) analiza
5 Según Casini (2000), en los discursos analizados, “las imágenes se cargan de aspectos demoníacos: "extraños", "desnudos", "salvaje", "negruzco", "inculta", "horribles", "chillones" y "ferocidad infernal" y están organizadas alrededor de esta idea de lo primitivo y lo salvaje, que aparece marcado en semas que no tienen nada que ver con lo salvaje como la desnudez, o el color de la piel, o el largo de la cabellera o el mismo hecho de que tengan los rostros pintados” (p.2), gestando la imagen de un hombre degradado, en inferioridad de condiciones respecto del blanco.
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la calidad de nación. Como se verá en el desarrollo de este escrito, una vez alcanzada esta imagen, se despliegan diversas estrategias de inversión simbólica y materiales que apuntan a conservar y a aumentar el capital de reconocimiento, propiciando la reproducción de los esquemas de percepción y de apreciación más favorables a sus propiedades (Bourdieu, 2011) .
El análisis de testimonios propuestos son previos a la labor de Bustillo y datan desde comienzos del siglo XX, cuando la colonia barilochense se consolidaba bajo la actividad agrícola fuertemente orientada al intercambio comercial con las localidades al otro lado de la cordillera como Puerto Montt (Méndez, 2010; Rodríguez, 2011; Oglietti y Colino, 2011), en territorio chileno. En los textos de Bustillo se da cuenta de una construcción simbólica específica para la región centrada en el paisaje y su similitud con el imaginario de los Alpes suizos y de su posterior consolidación por medio de prácticas materiales .
Respecto de las consideraciones espaciales, cabe mencionar que en el desarrollo del trabajo encontraremos dos tipos de registros como se ven en la Figura 1. Por un lado, uno regional, que abarca la Patagonia como territorio que comprende en la actualidad las provincias argentinas de Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Neuquén. Y por el otro, en escala local donde se alude tanto al Parque Nacional Nahuel Huapi, como a la cuidad de San Carlos de Bariloche, si bien el segundo se encuentra completamente inmerso dentro del primero, para los periodos analizados funcionan administrativamente como sinónimos.
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Figura 1. Ubicación de la ciudad de San Carlos de Bariloche y del Parque Nacional Nahuel Huapi en contexto provincial y nacional. Fuente: http://www.nahuelhuapi.gov.ar
Metodología
Este estudio es de tipo cualitativo, en el cual se utilizaron como fuentes: el archivo histórico, imágenes fotográficas, bitácoras, leyes, producciones audiovisuales y fuentes bibliográficas y periodísticas. Este trabajo es un estudio histórico que propone un abordaje desde la historia social y cultural, cuyo objetivo es analizar cómo fueron mutando las representaciones e imaginarios simbólicos sobre San Carlos de Bariloche.
Respecto del enfoque, Burke (2005) analiza detalladamente las ventajas y los peligros de la utilización de la imagen, en sentido amplio, como documento histórico. Este autor r esalta la importancia de la consulta y análisis de estos documentos, aun cuando hay que tener ciertas precauciones y un sentido crítico según el tipo de fuente utilizada. Almandoz (2002) profundiza este enfoque en su trabajo titulado Notas sobre la historia cultural urbana, según el autor, esta perspectiva está en estrecha relación con los estudios sobre imaginarios y representación, y, por lo tanto, la literatura, el periodismo y las crónicas de viaje se encuentran dentro de este campo de estudio. De esta forma, fue posible analizar las posibles relaciones entre las construcciones simbólicas, el mundo social y sus efectos en la configuración espacial, la ciudad turística, al analizar los efectos de los discursos y comprender las significaciones (Chartier, 2007) .
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Se consultaron fuentes primarias de los fondos documentales de Francisco P. Moreno (6 unidades de conservación que van del 1856 a 1919) y de Exequiel Bustillo (13 unidades de conservación que van del 1903-1967), todos pertenecientes al Archivo General de la Nación. También fueron consultados el archivo histórico de la Administración de Parques Nacionales 6
y documentos complementarios disponibles en el Museo de la Patagonia en San Carlos de Bariloche. Además, se utilizaron los relatos autobiográficos y producciones de época referentes a los viajes realizados por la región de Aarón de Anchorena (publicado en la revista Caras y Caretas en 1902), de Ada María Elflein (Paisajes cordilleranos, descripción de un viaje por los lagos Andinos de 1917) y Emilio Morales (Lagos selvas y cascadas de 1917), que, debido a su alcance mediático en la sociedad porteña de la época, se identifican como importantes constructores simbólicos de la región. Sus relatos no solo son descripciones detalladas de sus viajes, sino del equipamiento necesario para viajar, lugares a visitar, recorrer y descansar; como también consejos y recomendaciones de todo tipo, se difundieron como guías de viaje.
Se revisó el trabajo realizado por Bailey Willis al frente de la Comisión de Estudios Hidrológicos fue publicado en 1914 bajo el título El norte de la Patagonia, naturaleza y riquezas, donde relata no solo su labor al frente de dicho organismo público, sino también s us opiniones respecto del futuro de aquella región. Además, se utilizó el trabajo autobiográfico de Exequiel Bustillo (El despertar de Bariloche, una estrategia patagónica de 1968) donde describe su labor al frente de la Dirección de Parques Nacionales. Por último, se complementó con fuentes secundarias de archivos históricos periodísticos regionales del Diario El Cordillerano y de La Prensa .
Respecto al horizonte temporal, el presente trabajo comprende desde el año 1902, con la publicación de Aarón de Anchorena en la revista Caras y Caretas, hasta el año 1945, cuando Exequiel Bustillo se aleja de la Dirección de Parques Nacionales.
Desarrollo de la investigación
Análisis de los relatos y r esultados
A partir del análisis de las fuentes seleccionadas, podemos decir que las caracterizaciones de la región convergieron hacia un destino entre lo europeo y lo “místico”, con paisajes de “encanto”, cuyo horizonte de desarrollo era el descanso y la recreación, en la conformación del destino como turístico, al ser el único futuro “promisorio” para este destino. Cabe aclarar que estos primeros relatos fueron realizados por sectores de la aristocracia y elite porteña, con gran cantidad de recursos y prácticas culturales, entre las cuales el turismo era una actividad ligada al status y al ocio (Urry, 2001, Pastoriza, 2011). En este sentido, la “ Suisse
6 Estas memorias consisten en un detallado documento respecto de todas las tareas llevadas adelante por Parques Nacionales (inversiones, planificaciones, estados contables, legislaciones, difusión, etc.). Las ediciones consultadas abarcan el periodo comprendido entre los años 1935 hasta 1949 (cabe mencionar la falta de las memorias correspondientes al periodo 43-44 , periodo de transición en la Dirección de Parques Nacionales en que Exequiel Bustillo abandona la dirección de la institución). En 1950, el organismo cambia la modalidad de registrar su accionar y comienza a compilar “anales” que consisten en acciones de promoción y difusión de las actividades y proyectos, pero ya no de control interno, como las inversiones realizadas, los estados patrimoniales, etc.
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sudaméricaine”, como llamó De Moussy (1860:I, p.171-172)7 hacia mediados del siglo XIX a la región de los lagos andinos, pensada y definida como una isla de “europeidad” dentro de un territorio “bárbaro y distante” (el mal llamado “desierto”) al momento de la consolidación del Estado nacional, parece que marcó su destino hasta nuestros días (Dimitriu, 2010) .
Esta distinción entre el territorio de los lagos andinos y el desierto implicó establecer una dicotomía entre lo “civilizado” y lo “primitivo”, que favoreció un tipo de jerarquización espacial. Por un lado, el paisaje visible: parques y reservas naturales, turismo, valorización inmobiliaria y consumo simbólico y, por el otro, el invisible: el campo, los pobladores rurales, las comarcas, villas, pueblos, el trabajo manual, los sitios con amenazas de extracción masiva de recursos naturales o designados como depósito de residuos de centros industriales (Dimitriu, 2010; Floria, 2004, 2008). A continuación, se analizarán los relatos y las fuentes relevadas , enfatizando en esta caracterización que define el destino como uno exclusivamente turístico y lo asemeja con los paisajes suizos .
Aarón de Anchorena
El lago Nahuel Huapi y sus alrededores fueron tempranamente valorizados y diferenciados por sus recursos económicos y sus atractivos naturales, los múltiples relatos de personajes influyentes fueron delineando el horizonte local como centro turístico. Así encontramos la publicación del 10 de mayo de 1902 de la Revista Caras y Caretas en la que Aarón de Anchorena, Carlos Lamarca y Esteban Llavallol8, cuentan las experiencias vividas en su viaje por la Patagonia durante el mes de marzo del mismo año. Al alcanzar la región del Nahuel Huapi la describen como un lugar maravilloso, en el cual los bosques son impenetrables y la práctica de la caza de huemules (hoy una especie en peligro de extinción) una tarea sencilla.
En su relato podemos destacar la identificación del territorio con los paisajes europeos y la referencia a los Alpes (aunque en este caso franceses): “visitamos el imponente ventisquero del cerro Tronador, que podría rivalizar con los más importantes glaciares del Mont Blanc” (Caras y Caretas, 1902, s.n.). Para terminar, interpelando a sus lectores contemporáneos a realizar visitas turísticas como la propia: “exhortar a la distinguida juventud argentina que con tanto brillo demuestra sus anhelos por el engrandecimiento nacional, no echar en completo olvido esa zona tan grandiosa y llena de maravillas y aprovechar los momentos de ocio, siquiera honrándola con una visita” (Caras y Caretas, 1902, s.n.).
7 Jean Antoine Víctor de Martin de Moussy fue un destacado naturalista francés, contratado por el presidente Justo José de Urquiza (1854) como geógrafo para una expedición de exploración del territorio de la Confederación Argentina. En sus recorridos acumuló observaciones respecto a la historia natural, geología, geografía y meteorología de la región, junto a centenares de cálculos astronómicos y datos etnográficos. El resultado de sus investigaciones fue publicado en la Description Geographique et Statistique de la Confédération Argentine, así como en otros numerosos artículos de divulgación científica.
8 Anchorena fue un político, comerciante y estanciero, que acompañado por sus amigos Esteban Llavallol y Carlos Lamarca decidieron viajar a esta región con el solo propósito, según su propio relato, de conocerla personalmente (Caras y Caretas, 1902, s.n.).
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Ada María Elflein .
En 1917, la periodista y escritora Ada María Elflein publicó Paisajes c ordilleranos, descripción de un viaje por los lagos andinos, en el cual relata el viaje realizado en marzo, abril y mayo de 1916 auspiciado por el diario La Prensa. Acompañada por dos amigas, y aconsejada por Francisco Pascasio Moreno y el director de Territorios Nacionales, Isidoro Ruiz Moreno, relata en una adornada prosa la exaltación de las bellezas naturales de la región visitada.
“No creíamos que panorama alguno pudiera impresionarnos todavía después de haber navegado Todos los Santos, la joya de los lagos chilenos, aumentada su esplendorosa belleza por singulares combinaciones de luces, de sol y tormenta, de arco iris y relámpagos. Pero el Nahuel Huapi nos produjo la impresión de un nuevo prodigio, tan absolutamente distinto de cuanto habíamos visto hasta entonces, tan soberbio y único, que otra vez nos sentimos envueltas en un torbellino de poderosas emociones, y tuvimos que dejar para momentos más serenos la enumeración de detalles” (Elflein, 1917, p.117) .
Nuevamente, volvemos a encontrar, más adelante, la comparación de aquel territorio con el europeo:
“El Nahuel Huapi es la gema esplendorosa de esta corona de lagos de nuestro patrimonio argentino. Alguien frente a esta sucesión de paisajes de bosque, montaña, nieve, agua y sol, tuvo la ocurrencia de llamar a la región de los lagos cordilleranos, ‘la Suiza Argentina’; pero no es que se haya fundado en otra cosa que en el color de la linfa y en el conjunto de bosques y montes nevados. El doctor Moreno dice que Suiza es una reducción habitada de la Patagonia, en esta fase de los lagos” (Elflein, 1917, p. 119).
El estilo de escritura, así como su contenido se posiciona en un destino turístico cuyos principales consumidores solamente serán aquellos que valoran y consumen los análogos paisajes europeos. Es necesario recordar que las prácticas turísticas de la sociedad de principios del siglo XX estaban casi exclusivamente reservada a las clases altas y sectores aristocráticos cuyos consumos culturales apuntaban a una estética engendrada en Europa (Pastoriza, 2011).
Emilio Morales
Posteriormente, aunque también en 1917, viajó uno de los fundadores del diario La Razón, Emilio Morales, quien publicó un libro sobre la región titulado Lagos, selvas y cascadas que se constituyó como una de las primeras guías de turismo de la región de Nahuel Huapi, en el cual detalla minuciosamente excursiones, tiempos de viaje, equipaje necesario y un gran número de recomendaciones para el futuro visitante, hizo hincapié en la necesidad de fomentar el turismo interno con alto sentido patriótico en lugar de promover deslumbrantes viajes a Europa:
“A los campos floridos de Murren —por ejemplo—oponemos los de la costa del Nahuel - Huapi e Isla Victoria, donde hacen derroche de vegetación y colores las azucenas, tulipanes, amapolas y margaritas, produciendo sensaciones que sólo la majestad de cosas sublimes pueden provocar” (Morales, 1917, p. 8)
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El texto continúa más adelante “no es necesario trasponer el mar para ir a Europa a gozar de estas delicias. Las poseemos en grandes extensiones sobre la extensa cordillera andina.” (Morales, 1917, p. 68), finaliza su prólogo nuevamente fomentando el turismo: “Entrego, pues, a la benevolencia pública estas descripciones, confiado en que sabrá interpretar y prestigiar la idea que persigo, para que el turismo se encauce hacia la zona más hermosa de la República” (Morales, 1917, p. 9).
En estos tres relatos se observa la referencia del paisaje patagónico como uno análogo al suizo y su consiguiente construcción simbólica como un destino turístico. La enumeración de personajes influyentes de la época con relatos similares debido a sus viajes por la Patagonia andina podría seguir extendiéndose largamente, pasando por el de los Ortiz Basualdo, o el trabajo del periodista de La Nación, Guillermo Estrella, descritos en las Crónicas históricas del lago Nahuel Huapi (Biedma, 1987), e incluso el viaje realizado en 1913 del expresidente de los EE.UU.; T. Roosevelt (publicado en 1916). Sin embargo, destacamos los mencionados dada su difusión en los medios de comunicación de la época.
El Estado como motor del desarrollo
La forma que adquirió el desarrollo territorial no solo fue alentada por el peso de los relatos, también fue motorizado por medio de políticas que incentivaron determinados tipos de desarrollo, y, por lo tanto, modos de acumulación. Particularmente se destaca la influencia de tres personajes cuya labor al frente de distintos organismos públicos materializaron parte de los relatos mencionados. En primer lugar, F. P. Moreno, en tanto principal promotor de la región a través de la donación en 1903 de parte de las tierras recibidas en forma de pago por sus contribuciones a la resolución del conflicto de la cuestión de los límites con Chile. Posteriormente a la labor desarrollada por Bailey Willis al frente de la Comisión de Estudios Hidrológicos, quien realizó estudios topográficos, geológicos y económicos hasta fines de 1913 , propuso establecer un Parque Nacional en la región del Nahuel Huapi, pero acompañado de un proyecto para industrializar parte de la región (Mendes, 2010; Floria, 2008; Núñez, 2014; Willis, 1914) .
Finalmente, este camino trazado se consolida durante la década de 1930 impulsado por Exequiel Bustillo quien, incluso antes de ser el director de Parques Nacionales, ya había influenciado para la realización de obras en la región. A partir su nombramiento se dio la intervención directa del Estado nacional, a través de prácticas materiales y simbólicas, que fueron lo suficientemente determinante como para sentenciar al lugar como destino turístico. Según el propio Bustillo su objetivo era doble, conservar la naturaleza; a la vez que nacionalizar o argentinizar un territorio que, desde su punto de vista, se percibía mal integrado en el sistema nacional, descuidado por los gobiernos nacionales desde 1916 y consecuentemente con riesgo de su pérdida ante el expansionismo chileno (Bustillo, 1999; Floria, 2008). Como se verá la referencia a los paisajes europeos se mantiene, así como el proyecto turístico.
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Francisco P. Moreno
Tras lograr dirimir la cuestión limítrofe con Chile, era esperable que una de las principales preocupaciones de Moreno fuese la garantía de éste en el largo plazo. El 6 de noviembre de 1903 envía al Ministro de Agricultura de la Nación una carta9 en la que ofrece como donación parte de las tierras cedidas a él en forma de pago por sus servicios, para cumplir una doble función, por un lado, la creación de una reserva natural para el estudio y progreso de las generaciones futuras, acción que argumenta haciendo referencia a la creación de otros parques en el mundo y poniendo a Argentina a la par de los mismos; y por el otro fomentar la creación de este parque en particular dada la posibilidad de su conexión con otro en territorio chileno para así lograr un gran parque binacional que encaminara una política en común con el país vecino y de este modo se encaucen las relaciones políticas. En palabras de Moreno:
“Durante las excursiones que en aquellos años hice en el Sur […] admiré lugares excepcionalmente hermosos y más de una vez enuncié la conveniencia de que la Nación conservara la propiedad de algunos para el mejor provecho de las generaciones presentes y de las venidera, siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos y de otras naciones que poseen soberbios parques naturales. [...] Vengo por eso, por la presente, invocando los términos de la ley, a solicitar la ubicación de un área de tres leguas cuadradas [...] en el extremo Oeste del Fjord principal del lago Nahuel Huapi, con el fin de que sea conservado como parque natural [...] Cada vez que he visitado esta región me he dicho que convertida en propiedad pública inalienable llegaría a ser pronto centro de grandes actividades intelectuales y sociales y, por lo tanto, excelente instrumento de progreso humano. [...] Chile posee tierras fiscales en la vecindad y quizá les diera este destino. Así, en aquella magnificencia tranquila podrán encontrar sano y adecuado panorama los habitantes de ambos lados de los Andes, y contribuir, reunidos en comunidad de ideas durante el descanso y solaz […], a resolver problemas que no llegarán a solucionar nunca los documentos diplomáticos […]” (Moreno, 1903, s.n. ).
Posteriormente, el 25 de septiembre de 1912 escribió un memorándum10 dirigido a la Honorable Cámara de Diputados de la Nación en la que aboga por la creación de una ofic ina que centralice los estudios sobre el suelo nacional y sus potencialidades para la doble función de poner a disposición la información geográfica necesaria para garantizar la soberanía, y, por otro lado, las condiciones físico-económicas posibles a desarrollar (Moreno, 1912).
Bailey Willis
El ingeniero estadounidense Bailey Willis estuvo al frente de la Comisión de Estudios Hidrológicos, dependiente del Ministerio de Obras Públicas, que era dirigido en la época por Ezequiel Ramos Mexía. Este proyecto se enmarca bajo la Ley de Fomento de los Territorios Nacionales, que tenía por objetivo la integración física y social de los actuales territorios de Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, fundamentalmente a través del tendido de nuevas líneas ferroviarias, y a través de ellas, la colonización y el desarrollo. En aras de conseguir este objetivo trazado, en 1911 se encomendó a dicha comisión la realización de
9 Moreno, F. (1903). [Carta] Archivo General de la Nación, Sala 7 - 3101. Ciudad Autónoma de Buenos Ai res.
10 Moreno, F. (1912). Memorandum. [Manuscrito] Archivo General de la Nación, Sala 7 - 3101. Ciudad Autónoma de Buenos Aires
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estudios topográficos, geológicos y económicos. Sin embargo, los cambios políticos y las tensiones internas al régimen oligárquico de la época interrumpieron el proyecto a fines del 1913 (Floria 2008). En el marco de dicho trabajo, Willis esbozó los lineamientos de lo que sería un gran proyecto de ordenamiento para los territorios comprendidos entre San Antonio Oeste y el lago Nahuel Huapi. En un lenguaje bastante más técnico y menos literario dio cuenta de la ampliación de los objetivos de la comisión “haciéndose que abarcara la investigación de todas las riquezas naturales y las industrias que pudieran con el tiempo dar vida al ferrocarril transcontinental” (Willis, 1914, p. 10).
En lo que respecta a la región de San Carlos de Bariloche, se observa que mantuvo la referencia a la “Suiza Argentina” y ligada a ella, la idea de impulsar el uso turístico :
“El Lago Nahuel Huapi es el rasgo principal del Parque Nacional. Por su belleza y por la majestad de su naturaleza puede ser comparado con los paisajes más famosos del mundo. Se asemeja por su extensión al Lago Lemán y por sus brazos numerosos y estrechos al Lago Lucerna; los nevados cerros atraen al alpinista como los de la Suiza […] Es tan extendida la región propia al recreo de turistas, que es difícil poner límites al Parque Nacional, pero es preciso tomar en cuenta otros usos de la región y restringirla dentro de un área razonable. [...] Alrededor de la parte del Lago Nahuel Huapi, accesible por ferrocarril y por automóviles, podrán ubicarse centros de veraneo con hoteles, villas de campo, y recreos de toda clase” (Willis, 1914, p. 428- 429).
Lo novedoso de su trabajo es la delimitación del uso turístico a solo una parte, el proyecto se complementaba con el impulso de una industrialización del lado oriental qu e promoviera el desarrollo de todas las localidades andinas:
“De cualquier manera el camino que conduce a la desembocadura del Lago Nahuel Huapi, donde nace el Río Limay era el sitio escogido para la ciudad industrial del Lago Nahuel Huapi, y donde debiera llegar la terminal del ferrocarril de San Antonio (pudiendo extender una estación más hacia el costado occidental más propicio para la actividad turística y de veraneo camino al lago moreno y la península Llao Llao). En dicha región deberían concentrarse las principales industrias manufactureras que se desarrollasen para la aplicación de la fuerza hidroeléctrica a la utilización de las materias primas que produce la región” (Willis, 1914, p. 437).
Visualizó incluso la posibilidad de una prolongación internacional hacia la ciudad de Valdivia en Chile, lo que convertiría a aquel centro turístico y ciudad industrial en centro de manufactura y de tráfico. Hacia fines de la década de 1930, la ciudad de San Carlos de Bariloche atravesó una crisis local, un gran incendio afectó la actividad maderera, uno de los principales motores económicos de la localidad, a lo que se sumaron factores naturales climáticos, y restricciones políticas respecto del intercambio internacional (Méndez, 2010; Rey, 2004), lo que dificultó el autoabastecimiento agrícola y comerciales, que, sumado a la suspensión de las obras del ferrocarril y las construcciones del camino internacional, generaron un aumento de la desocupación. Según el Suplemento aniversario del 3 de mayo de 2000, del diario El Cordillerano, una nota titulada “Del pueblo, en la crisis del 29”, relata la grave situación sanitaria por la presencia de enfermedades infecto-contagiosas como a la tuberculosis, la escarlatina; la falta de energía eléctrica y el surgimiento de algunos conflictos entre los
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habitantes respecto a la participación mayoritaria de extranjeros en los órganos de decisión como la Comisión de Fomento. Este conjunto de factores, según Floria (2004), llevó a sectores importantes de la dirigencia barilochense (destacando el caso del ingeniero Emilio Frey) a impulsar, la turistificación de la zona retomando contenidos del proyecto Ramos Mexía- Willis y de Moreno. En este marco, y frente a la esterilidad de la experiencia de la formación del Parque Nacional de Sud de 1922 (principalmente por falta de presupuesto), Exequiel Bustillo, primero como comprador de tierras y luego como director de Parques Nacionales, comenzó a marcar su impronta en la región.
Exequiel Bustillo
En el libro autobiográfico El despertar de Bariloche, una estrategia patagónica , publicado por primera vez en 1968, relata desde su óptica el estado en el que se encontraba Bariloche; “El propio Bariloche, uno de los centros urbanos que más avanzaban sobre la frontera, sin agua corriente, sin cloacas y sin pavimentos, apenas si sobresalía sobre las villas miserias de nuestros días.” (Bustillo, 1999, p.14) .
El propio Bustillo cuenta en su relato como a través de sus contactos políticos (por medio del partido conservador y relaciones familiares), los medios de comunicación (principalmente por medio de los diarios La Nación y La Prensa) y la obtención de aportes extraordinarios tanto públicos como de privados, logró la realización de obras en la región, la instalación de una línea telegráfica y telefónica, la construcción de un camino vial desde Bariloche hasta su residencia ubicada cerca del río Correntoso a unos 50km de distancia, la terminación del ramal de ferrocarril hacia Bariloche desde Constitución (Buenos Aires), por mencionar algunos.
Nuevamente se encuentra la herencia de los proyectos mencionados anteriormente, el único destino posible: la ciudad turística de los primeros cronistas; la conservación de los espacios naturales para uso y goce de las clases altas de Moreno; la colonización de los territorios con el desarrollo de las futuras ciudades de Willis; a lo que Bustillo le suma una impronta nacionalista o argentinizadora motorizada exclusivamente por el turismo en la región.
Integró la comisión de parques nacionales dirigida por Ángel Gallardo (a quien sucedió tras su muerte) y desde allí impulsó la sanción de la ley 12.103 en 1934, que creó la Dirección Nacional de Parques Nacionales. Sostuvo que la función de Parques Nacionales era preservar las bellezas naturales y ponerlas al alcance del pueblo. Sin embargo, también reconoció una función implícita en el texto de ley que remite a Moreno, afianzar la soberanía territorial; soberanía que se consolidaría solamente con población argentina ya que no bastaba el fallo internacional.
“Conservar la naturaleza en su estado virgen, preservar las bellezas del paisaje y procurar el rápido acceso del pueblo, constituía, sin duda, nuestra función legal; pero no por ello había que descuidar una soberanía teórica, ejercida con desgano y que, jaqueada constantemente, se hacía urgente apuntalar, dándole bases más sólidas como para obtener su arraigo definitivo e inconmovible” (Bustillo, 1999, p. 14).
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Esta preocupación es expresada por Bustillo en múltiples documentos, desde su biografía, cartas corresponsales e incluso en la prensa. El 26 de septiembre de 1934 bajo el título “Los Parques Nacionales” en el diario La Prensa publicaba los principios que debía considerar el senado para la sanción de la ley que le daba creación a los mismos:
“[…] se trata de realizar un esfuerzo nacionalista en las regiones fronterizas, donde están situadas las dos grandes reservas que habrá por el momento Nahuel Huapi e Iguazú, en la primera de las cuales el 80% de la población es extranjera” (Bustillo, 1934, s.n) .
Esta acción tenía un contenido específico, siguiendo a Floria (2004), deschilenizar en perjuicio de muchos de los pobladores originarios y aristocratizar en beneficio de su círculo inmediato, el de la alta sociedad porteña. De este modo, este impulso nacionalizador supuso imponerse sobre las voluntades locales, ya que implicaba la fractura deliberada de una región que hasta su llegada tenía fuertes anclajes socioculturales y económicos a ambos lados de los Andes. En palabras de Bustillo (1999), Parques Nacionales resultó :
“Un verdadero instrumento de colonización: [ya que] creó las bases de sustentación demográficas y, al fomentar el turismo, preparó el terreno para completar la conquista del vencedor de Santa Rosa […] El turismo como avanzada, acompañado de una racional conservación de la naturaleza y de un buen y meditado programa de colonización, por elemental que sea, he ahí el camino que la Argentina debe seguir si quiere algún día y de una vez por todas, ser dueña de toda esa extensión geográfica que con sus lagos, ríos, bosques, montañas y nieve, reúne condiciones para convertirse, a corto plazo, en uno de los centros turísticos más atrayentes e importantes del mundo” (Bustillo, 1999, p. 15).
La tarea llevada a cabo por Exequiel Bustillo fue determinante para condicionar el desarrollo local hacia el turismo por múltiples y diversos factores, principalmente por la inversión material efectiva en infraestructura entre la que podemos mencionar: los edificios de intendencias del parque (durante toda su gestión), la iglesia Nuestra Señora del Nahuel Huapi (1940), el Hotel Llao Llao (en 1937 y la reconstrucción en 1939), la capilla San Eduardo (1938), el hospital regional (1939), el colegio primario N°16, el Centro Cívico, la Avenida Costanera, la Plaza del Puerto, varios puertos y muelles (en Isla Victoria, Isla Huemul, Villa la Angostura, en Lago Frías, Blest), obtención de embarcaciones (Modesta Victoria), la instalación de la estación de servicio del Automóvil Club Argentino, la reedificación de la sucursal del Banco Nación, la extensión de servicios públicos como agua corriente, cloacas, electricidad subterránea y líneas telegráficas, la apertura de caminos hacia diversas localidades hacia el sur y el norte, la pavimentación de otros tantos como también el impulso a las villas Angostura, Mascardi, Traful, y Catedral, la construcción de diversos hoteles: Hotel Isla Victoria, Tunquelen, Laguna Frías, Puerto Blest, Ruca Malen, la instalación de una estación zoológica para la introducción de especies extranjeras y reconversión en estación botánica con el mismo fin, la finalización del tramo del ferrocarril que unía la ciudad con la capital del país (1934), la apertura del aeropuerto internacional (1940); hasta la difusión en medios gráficos tanto nacionales como internacionales de la localidad como destino turístico, la promoción de deportes como la caza, la pesca y el esquí, etc. según las memorias publicadas por la Dirección de Parques Nacionales entre 1936 y 1945 y luego por la Administración General, de Parques Nacionales y Turismo entre 1945 y 1950.
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Toda esta inversión fue acompañada por una estética particular; que nuevamente remite a la ya mencionada construcción simbólica europea de los relatos de principios de siglo: “Nuestra ambición era hacer de Bariloche una ciudad de rasgos típicos, con cierta gracia arquitectónica y con algo de europeo. Una de esas pintorescas ciudades de montaña que son el encanto de Suiza y del Tirol” (Bustillo, 1999, p. 201). Y sobre la aristocratización mencionada anteriormente, la misma se sostiene a partir de la promoción para la adquisición privada de tierras a su círculo de amistades, así como con la construcción del Hotel Llao Llao. Construido en 1937 y reconstruido en 1939 tras un incendio, fue la primer gran obra de la Dirección de Parques Nacionales, en su interior tenía una oficina postal, telégrafo, una sucursal del Banco Nación y hasta una farmacia. La administración del mismo fue cedida al Plaza Hotel posteriormente, un tradicional y aristocrático hotel de la ciudad de Buenos Aires. En palabras de Bustillo y haciendo referencia a la exclusividad del mismo:
“El servicio del hotel, unido al conjunto de la gran realización [de infraestructura y equipamiento complementario] (parques, cancha de golf, Puerto Pañuelo) lo hacían trasladar a uno a cualquier centro de Europa, no obstante encontrarnos en el corazón de la solitaria y todavía salvaje cordillera” (Bustillo, 1999, p.153) .
Con la llegada del peronismo al gobierno nacional se produce un cambio en la política turística nacional; y por lo tanto se dieron transformaciones en la Dirección de Parques Nacionales, que terminaron con el alejamiento de Exequiel Bustillo del directorio de la institución en 1945. El turismo se reconfiguró hacia un perfil de inclusión social y una política activa de democratización del ocio. La infraestructura y servicios necesarios para atenderlos debieron adaptarse a estas nuevas necesidades (Chiocconi, 2016; Torre & Pastoriza, 2002, Piantoni et al, 2019). En la Memoria General de Parques Nacionales de 1950 se expresan los cambios alcanzados:
“En años sucesivos se adquirieron hoteles a los que se dio un régimen democrático, abriéndolos a todo el turismo y construyéndoseles ampliaciones; se fomentó la construcción privada de otros, mediante el crédito hotelero, […] se extendió y uniformó la enseñanza de esquí, abaratándola […] En 1945 eran 12.618 los pasajeros llegados al Parque Nacional Nahuel Huapi por ferrocarril y vía aérea, por carretera y vía lacustre (procedentes de los lagos chilenos). Esa cifra aumentó […] [hasta] alcanzar en 1949 a 45.266 turistas de toda clase social ” (Administración General de Parques Nacionales y Turismo, 1950, p. 49).
En el ámbito local, hacia 1952 el municipio de Bariloche buscó planificar el turismo, al que se reconoció como la base económica de la ciudad, a partir de la formación de una “Comisión Municipal de Fomento del Turismo” (Piantoni & Pierucci, 2016, Núñez, 2015). E n los años siguientes, el devenir local se encontró profundamente arraigado al perfil turístico como el principal motor económico, así la oferta de actividades al aire libre, el encuentro con la naturaleza mística y prístina, quedó permanentemente en el imaginario simbólico de Bariloche.
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Conclusiones
A lo largo de este trabajo, se ha rastreado cómo ciertas representaciones del paisaje de principios de siglo XX, a través de las figuras de Aarón de Anchorena, Ada María Elflein y Emilio Morales, caracterizaron la región de la Patagonia nor-andina con rasgos análogos a los que podían encontrarse particularmente en los Alpes suizos. Estos influyeron en la construcci ón simbólica de la ciudad de San Carlos de Bariloche como un destino cuya actividad central solo podía ser el turismo. Dicha construcción fue materializándose a lo largo de los años con el despliegue de actividades y oferta de bienes y servicios que se desarrollaron en la localidad . Como ya se ha mencionado, gran parte de las producciones académicas y oficiales municipales se centran en la figura de Bustillo como el principal promotor de la región como destino turístico, sin embargo, la recuperación de los relatos y discursos de principios de siglo, dan cuenta de la preexistencia del proyecto turístico para la localidad. Asimismo, esta dimensión discursiva señalada no alcanza por sí misma para determinar una inevitable materialidad real . El desarrollo territorial es motorizado además por diversas políticas que pudieron haberse visto influenciadas mutuamente y terminaron incentivando un modo de acumulación específico; e n este caso, la creación de un Parque Nación impulsado por F.P. Moreno, la planificación propuesta por B. Willis, la creación de la Dirección de Parques y la labor llevada a cabo por E. Bustillo, etc. fueron influyéndose mutuamente y marcando el camino a seguir.
El proyecto de Bustillo no fue la única representación de Bariloche como la “Suiza argentina”, ya se ha mencionado los diversos documentos, libros y bitácoras de viaje expuestos en este trabajo. En palabras de Santos (1996, p.62): “Cada tipo de paisaje es la reproducción de niveles diferentes de fuerzas productivas, materiales e inmateriales, pues el conocimiento también forma parte del papel de las fuerzas productivas” así, el paisaje va mutando a través de la historia, producto de los cambios en los usos del suelo y en las percepciones de los observadores. Es cierto que el proyecto de Bustillo consistió en una serie de prácticas espaciales desplegadas tanto en el plano simbólico como en el material, de modo que contribuyeron decisivamente a la construcción social de la región en distintos aspectos y diferentes grados de visibilidad: demográfico, arquitectónico, urbanístico, educativo, ideológico, memorístico - histórico, político, etc. orientados hacia la consolidación del turismo, y con miras hacia la argentinización de la región. Sin embargo, estas prácticas se conjugaron con ideas y pretensiones previas, de algún modo, Bustillo logró hegemonizar11 la construcción simbólica de Bariloche como destino turístico al sintetizar los idearios y las propuestas de los relatos mencionados en este trabajo e identificarlos con su propio proyecto .
Lejos de modificarse u olvidarse, la relevancia de este proceso se mantuvo en el tiempo , aún bajo los cambios sucedidos en la institución de Parques Nacionales durante el gobierno peronista. Para concluir, este recorrido busca señalar que fue indispensable una construcción simbólica previa de la ciudad de San Carlos de Bariloche como localidad turística, para
11 Sintéticamente se ha utilizado el término hegemonizar, en el sentido propuesto por Laclau (1985), en el cuál, no existe una sola hegemonía, sino una disputa de distintas hegemonías contrapuestas que buscan identificar el interés particular con el general para obtener consenso general a través del reconocimiento de algunas demandas de otros sectores para imponerse sobre las demás.
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posibilitar su contrapartida material expresada en la política pública de la Dirección de Parques Nacionales. Este proyecto fue impuesto sobre el territorio desde una mirada externa y a expensas de su población local. Los actores locales que no apoyaron el proyecto no p udieron contraponerse a las políticas impulsadas desde el Estado nacional, ya se ha mencionado por ejemplo el impulso nacionalizador del proyecto de Bustillo, que cortó los lazos socioculturales y económicos que existían al otro lado de la Cordillera de los Andes, específicamente en Chile . De este modo, y a través de una multiplicidad de dimensiones fue que el perfil turístico de la ciudad, con diversos matices, acabó por consolidarse hasta nuestros días .
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La construcción simbólica del turismo en San Carlos de Bariloche
Gonzalo Barrios
Kalpana nro. 20 (julio -2021) (pp.7-29 )
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