Virgen Inmaculada de Quito, de escultura religiosa conventual a monumento urbano contemporáneo
Vanessa Lomas y Patricio Yánez
RICIT nro. 14 -diciembre -2020. (pp.49-63) ISSN: 1390-6305 ISSN-e: 2588-0861.
Aquellos conocimientos se divulgaron en Alemania mediante grabados de la Virgen como
“Mujer del Apocalipsis”, acompañados generalmente de alguna frase inmaculista; en España
durante el siglo XVI se determinó mejor al ejemplar de la Inmaculada, el que fue oficializado en
el Concilio de Trento. Durante la Contrarreforma, varios teólogos sustentaron la concepción de
sine macula (sin mancha) de la Virgen, gracias a la intervención de Dios Padre, constituyéndose
desde ese momento en la protectora del mundo hispánico (Crespo y Vargas, 1977); de manera
simultánea la Orden Seráfica se encargó de difundir aquella devoción.
La Tota Pulchra de Joan de Joanes (Figura 1) influyó durante todo el siglo XVI y XVII en
España y en América rodeada de símbolos de origen bíblico; al mismo tiempo, Molanus sugirió
que la imagen debería estar adornada con símbolos de pureza. Luego surgió la idea de una Mujer
Apocalíptica con una iconografía definitiva, basada en argumentos bíblicos como por ejemplo la
cita “me creó desde el principio y antes del mundo” (García, 1997).
Llegada y posicionamiento de La Virgen en América Latina
Los nativos americanos eran politeístas (veneraban al sol, la luna, las montañas, los volcanes, el
jaguar, la serpiente, entre otros elementos naturales.); el sistema de creencias estableció que
algunas de estas divinidades de una u otra manera intervenían proveyéndoles de alimentación,
agua, calor y morada.; sin embargo, otros eran muy temidos por el daño que podían causar.
La llegada de los conquistadores españoles a lo que actualmente es Hispanoamérica permitió el
ingreso de nuevas costumbres y conocimientos a los indígenas; siendo esto sorprendente y
complejo para ellos, pues adoraban a elementos pertenecientes a la naturaleza circundante. Para
que adopten sus creencias católicas, los españoles tuvieron que utilizar recursos como las
analogías para que los habitantes locales comprendan las nuevas representaciones de la cultura y
tradiciones traídas desde Europa (García, 1997). Por ejemplo, crearon una analogía entre la
Virgen María y la montaña mencionando que ambas son fértiles, creadoras de vida y protectoras
de los seres vivos; con este antecedente, los aborígenes empezaron a venerar gradualmente a la
imagen de la Virgen. Dentro de este contexto, resulta relevante considerar lo enunciado por
Lacan (1984), quien menciona que “la imagen del otro actúa como un espejo en el cual los
sujetos ven reflejados sus pasiones, instintos y deseos”; permitiendo que los pensamientos,
lenguaje y cultura de las civilizaciones anteriores sigan constituyendo meditaciones para
comprender el ser del mundo occidental (Pacheco, 2017).
En el siglo XVI, el sincretismo se hizo presente en Hispanoamérica, representando la forma de
las montañas con el cuerpo de la Virgen en el que se manifestaban los colores, paisajes, flora y
fauna tradicional existentes en el Nuevo Mundo. Así es como se difundió la imagen de la Virgen
durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Como los oriundos lo relacionaban con la Pachamama, la
devoción a la Virgen se mantuvo constante en algunas ciudades, tales como Quito.
Posteriormente se empezó a enseñar el Ciclo Mariano que, según Goetz (1655) citado por Crespo
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