L
aTrans-disciplinariedad en  
los EstudiosTurísticos.  
Trans-disciplinarity in  
1
tourist studies  
Maximiliano E. Korstanje2  
Departamento de Ciencias Económicas  
1
Manuscrito recibido el 03 de diciembre de 2015 y aceptado para publicación, tras revisión el 02 de  
septiembre de 2016.  
Turismo, desarrollo y buen vivir: Revista de Investigación de la Ciencia Turística RICIT, Nro. 10 Año  
2
016.  
2
Visiting Research Fellow, Universidad de Leeds, Reino Unido. Ph D y Profesor Principal, Universidad  
de Palermo, Argentina. Dirección. Av. Dorrego 169 2 Piso AP F. ZIP 1414, Buenos Aires, Argentina.  
La Trans-disciplinariedad en los Estudios Turísticos  
Maximiliano Korstanje  
RICIT Nro. 10 -2016 (pp- 28-42) ISSN-e: 2588-0861  
Resumen  
En el presente trabajo se focaliza en el miedo de varios turismólogos respecto a la  
consolidación de una disciplina reconocida por otras, ya que a diferencia de la mayoría  
de las teorías sobre el tema, se sostiene que existen causas estructurales enraizadas en la  
postmodernidad, que han generado un grado de fragmentación sustantiva para que el  
turismo pueda obtener una Epistemología definida de su objeto de estudio; y es  
entonces en este sentido que se observa una alta fragmentación en la producción de las  
investigaciones de turismo.  
Palabras Claves:  
Epistemología,  
interdisciplinariedad,  
fragmentación,  
postmodernidad.  
Abstract  
Numerous tourism-related researchers are concerned on the lack of consolidation of  
their discipline to be considered seriously by other academic circles. This is the main  
aspect of discussion of this essay review. Unlike the whole conceptual studies, it is held  
the thesis that there are structural reasons, which are enrooted in the advance of  
postmodernism as the main relevant cause of knowledge-led fragmentation. As a result  
of this, tourism research has not consolidated as a maturated epistemology.  
Key Words: Epistemology, interdisciplinarity, fragmentation, postmodernism.  
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La Trans-disciplinariedad en los Estudios Turísticos  
Maximiliano Korstanje  
RICIT Nro. 10 -2016 (pp- 28-42) ISSN-e: 2588-0861  
Introducción  
¿Qué factores coadyuvan para que una disciplina académica se consolide como ciencia  
mientras otras pugnan por serlo y no son tenidas en cuenta como opciones serias o  
científicas? Esta es una pregunta planeada por varios turismólogos en las últimas  
décadas.  
Para el positivismo, la ciencia se correspondía como un espacio de estudio donde el  
mundo exterior podía ser clasificado en forma objetiva. En tal sentido, ella debía de  
centrarse en tres pilares principales. El primero y más importante es la posibilidad de  
experimentación por medio de la cual se producen estados diseñados que permiten  
comprobar hipótesis. El segundo elemento es la accesibilidad de la información que  
permite replicar los resultados obtenidos en otros estudios. Por último, la posibilidad de  
inferir leyes para explicar la causalidad de los fenómenos (Durkheim 2013). Luego del  
proceso de deconstrucción, el concepto positivista de la ciencia comenzó a ceder el paso  
a nuevas perspectivas ancladas en la percepción individual sobre las causas y los  
efectos. A este fenómeno, iniciado por el impresionismo, se lo ha conocido con el  
nombre de “episteme hermenéutica” (Merleau Ponty, 1964; Ryle 2009).  
Particularmente, la hermenéutica proponía dos axiomas centrales. La causalidad de los  
hechos no se encuentra determinada por la observación como propone el positivismo,  
sino por la interpretación. En esta coyuntura, Clifford Geertz discute uno de los  
ejemplos propuestos por Ryle. Si vemos a una persona que nos hace un guiño, podemos  
asumir dos cosas. La primera es que se nos está insinuando, pero también podría tratarse  
de un tic nervioso. ¿Cuál es la interpretación correcta para este hecho objetivo? (Geertz,  
1
973). La segunda cuestión versa en considerar al todo como algo diferente a la suma de  
sus partes, como bien advierte Ryle (2009). Una universidad no solo se forma de  
alumnos, programas, docentes y muebles, sino que es ella misma todo eso en su  
conjunto. Siguiendo esta discusión, uno entiende que cada fenómeno por su  
complejidad debe ser abordado desde diferentes ángulos, de forma inter o  
transdisciplinar. No obstante, cabe entonces preguntarse ¿cuál es la diferencia entre lo  
disciplinar y lo trans-disciplinar?, ¿es el turismo una ciencia?  
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La disciplinariedad obedece a los saberes, métodos y unidades de estudio creados por  
una disciplina con el fin de dar respuesta a determinada pregunta. Bajo contextos de  
complejidad, estas preguntas pueden no tener respuestas simples. Entonces, se requieren  
otros tipos de aproximación. El abordaje interdisciplinario combina diversos abordajes,  
los cuales se crean en otras disciplinas con el objetivo de dar solución a problemas  
puntuales. Por el contrario, la trans-disciplinariedad busca un proceso de integración de  
métodos conjuntos que retroalimentan la misma experiencia. Dependiendo del grado de  
complejidad de los fenómenos, se parte de un estadio disciplinar a otro trans-disciplinar.  
En un contexto global y de rápida movilidad donde se llevan a cabo las prácticas  
turísticas, el abordaje de campo requiere un enfoque trans-disciplinar que permita poner  
en ejecución diversas metodologías las cuales llevarán a la comprensión de ciertas  
actitudes respecto al homo turisticus”. No menos cierto es que lo transdisciplinar se ha  
transformado en una necesidad de la investigación, la pedagogía y la curricula de los  
estudiantes de turismo (Santana-Talavera, 1997; Barreto 2004; Mota, 2004;  
Castrogiovanni, 2007; Nechar Castillo & Panosso Netto, 2011).  
En el presente ensayo se discute dos aspectos centrales que hacen a la epistemología de  
la disciplina. La primera y más importante, es la explicación de los motivos tras la no  
integración de los saberes turísticos y con ellos de su alta fragmentación. En segundo  
lugar, reflexionar hasta qué punto es la trans-disciplinariedad la causante de dicha falta  
de coherencia, o si existen indicadores que hablen de un proceso de mayor envergadura.  
Epistemología del Turismo (marco conceptual)  
En los últimos años, algunas voces han proclamado que el turismo ha evolucionado en  
un estadio de total fragmentación. Luego de la cientifización del turismo propuesta por  
Jafar Jafari (1994), le ha sucedido el crecimiento vertiginoso y desordenado del turismo  
(Tribe, 1997, 2005; 2009; 2010; Panosso Netto, 2007; Escalona 2010). A pesar de las  
tesis de doctorado, libros y revistas que tienen al turismo como su principal objeto, no  
existe un corpus unificado que explique que es el turismo. El turismo estudia todo, y a  
la vez no puede explicar nada. Ellos sostienen que la trans-disciplinariedad ha sido la  
causa de la fragmentación (Escalona, 2010; Ascanio, 2010). Por el contrario, para otros  
autores los estados de disciplinariedad, inter-disciplinariedad y trans-disciplinariedad se  
suceden acorde al grado de maduración de la propia disciplina, sus contextos políticos y  
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formas de maduración económica (Korstanje 2013; 2014). El turismo estaría próximo a  
una maduración sustancial, y producto de ello es la fragmentación de saberes y de  
disciplinas que se interesan por el mismo ((Jafari & Aeser, 1988; Jafari, 1990; 2005;  
Coles, Hall & Duval 2006; Tribe, 2009). En este contexto, lo trans-disciplinar puede  
organizar una nueva episteme que dé nuevas respuestas a nuevos problemas y desafíos  
en los campos del turismo. Dado el contexto, este trabajo tiene como objetivo examinar  
críticamente cada uno de los aspectos vigentes así como también sus principales  
exponentes haciendo foco en sus aciertos y limitaciones con el fin de comprender las  
bases epistemológicas del turismo en tanto fenómeno social, industrial y político.  
Desde sus inicios, la investigación en turismo se ha nutrido de diversas disciplinas tales  
como antropología (Graburn, 1983), sociología (Maccannell, 1976; Cohen, 1984), la  
geografía (Mitchel & Murphy, 1991; Britton, 1991; Williams & Lew, 2014), la  
psicología (Pearce 1982), la perspectiva política (Richter, 1983; 1989), la economía  
(Krippendorft, 1984) e historia entre otras (Towner, 1985). Más allá de los avances en  
materia de investigación, ha crecido sin haber consolidado una definición acabada de su  
objeto de estudio, ni tampoco de un método compartido. Como resultado de ello, se han  
creado diversas escuelas y corrientes que adoptan su propia visión del turismo. En la  
presente disertación se discute ¿hasta qué punto la trans-diciplinariedad ayuda o  
desincentiva la maduración de una disciplina científica?.  
Sin lugar a dudas, aquí entran en pugna dos perspectivas diferentes respecto al origen y  
evolución del turismo. Para la escuela Europea, con Jost Krippendorf a la cabeza, el  
turismo funciona como un mecanismo social de revitalización que permite no solo  
restaurar las privaciones individuales del ciudadano, sino mantener a la sociedad  
articulada. Sin importar la época o la cultura, todas las civilizaciones han mantenido  
viajes revitalizadores en sus respectivas cosmologías. La historia de los imperios es una  
herramienta metodológica importante para comprender la necesidad de evasión sobre la  
cual se origina el turismo (Krippendorf 1984). No obstante, una visión mucho más  
radical, iniciada por la sociología estadounidense, considera al turismo como un  
instrumento de alienación propio del capitalismo moderno. A diferencia de Krippendorf  
que veía en el fenómeno un conducto para restituir “el lazo social”, estos sociólogos  
consideran que la confianza se encuentra seriamente comprometida por el alejamiento  
que produce y acelera el “hecho turístico”. Cuando se viaja para ver y disfrutar de  
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nuevos paisajes, no se lo hace porque el “otro” sea interesante, sino porque se lo  
cosifica como un producto de consumo (Maccannell 1976; Debord 1988; Chambers,  
2
009). En este sentido, no es necesario comprender al turismo como fenómeno  
histórico, sino simplemente como un producto de la expansión capitalista luego de la  
Segunda Guerra Mundial (Maccannell 1976; Debord 1998; Meethan, 2005). Claro que,  
como bien ha explicado Korstanje (2013), los diagnósticos de la escuela americana son  
válidos sólo cuando el investigador aborda un centro turístico moderno (como  
Disneyworld) pero demuestra serias limitaciones para comprender al turismo en toda su  
complejidad (es decir en otras culturas no europeas, y en otros tiempos).  
Metodológicamente, la historia es para esta escuela lo que una piedra en el zapato y por  
ese motivo es descartada de raíz. La explicación es muy sencilla, siendo el turismo un  
fenómeno puramente moderno y occidental producto de la maduración económica, es  
imposible volver atrás y observar como otras sociedades mantenían instituciones  
homólogas al turismo. Tan irreversible en su lógica como cosificador en su contenido,  
el turismo es contemplado como una forma ideológica de dominación sobre la clase  
trabajadora. Empero, no solo Maccannell (1976), sino Meethan (2005) ignoran que los  
imperios sumerios, babilonios, romanos etc, desarrollaron prácticas muy similares al  
turismo moderno en sus respectivas estructuras. Particularmente, cuando se considera  
que “lo turístico” nace con la “modernidad” se cae en un viejo prejuicio medieval del  
cual han sido eco algunos historiadores. Esta idea consideraba que la movilidad y los  
viajes no eran una práctica extensiva en la edad media, y como no lo eran en la edad  
media tampoco lo hubiesen sido en la antigüedad clásica (Korstanje, 2013). En este  
aspecto, la escuela americana ha contribuido notablemente para que los estudios  
turísticos gocen de poca credibilidad, la mayoría de ellos haciendo su foco en una  
naturaleza que lleva “al hombre” a no ver la realidad como ella es (Nogues Pedregal  
2
009). Su carácter alienador genera muchas dificultades para que la sociología clásica  
vea en el turismo un fértil campo disciplinar fuera de sus propios paradigmas.  
Por otro lado, el turismo fue considerado una unidad de negocios cuyas investigaciones  
sólo apuntaron a una sola razón, dilucidar la mentalidad del cliente para generar mayor  
volumen de venta. Los estudios aplicados desde ese entonces prefirieron indagar en  
cuestiones vinculadas a la atractividad del destino, a la psicología del consumidor e  
incluso, en los últimos tiempos, en la confección de una planificación central que  
permita detectar y eliminar aquellos aspectos disfuncionales a la industria. A lo largo de  
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los cuarenta años de existencia, la investigación turística ha creado teoría orientada a los  
efectos en lugar de ahondar en las causas. El sentido último de la racionalización  
instrumental fue plasmado en la necesidad de escribir manuales de “buenas prácticas”,  
de establecer programas de contención, siempre anclados en “lo que hay que hacer”.  
Desde sus claustros educativos, el turismólogo en Latinoamérica, Estados Unidos y  
Europa fue entrenado para incorporar programas de preservación del producto. Como  
afirma John Tribe, la necesidad de desarrollar el valor como eje central de la  
epistemología turística no solo alejó a los investigadores de poder tejer redes de  
conocimiento conjuntos sino que creó una atmósfera de indisciplina cuyas  
consecuencias fueron en detrimento de una definición conjunta de qué es y cómo opera  
el turismo (Tribe, 2010). Empero, ¿porque se genera tal disgregación en la producción  
de información?  
Graham Dann (2009; 2011) sostiene que la gran responsable en la disgregación ha sido  
la propia Academia Internacional para el Estudio del Turismo que, en su torre de marfil,  
no ha sabido dialogar con los diferentes corpus disciplinarios fuera del habla  
anglosajona. Se concuerda con J. Tribe (1997) cuando reconoce que la falta de  
consistencia argumentativa de la investigación se corresponde con la complejidad del  
conocimiento que demanda la actividad. En parte, las disciplinas venidas del  
management han monopolizado la producción de los estudios aplicados y han dado una  
base dispersa a la interpretación de los datos obtenidos. Tribe divide su argumentación  
en cuatro puntos esenciales:  
El turismo ha ganado reconocimiento para producir una gran cantidad de teoría  
pero ello no es suficiente para consolidarse como una ciencia.  
En parte, ello se debe a que su naturaleza es polisémica y muy difícil de definir.  
Los contornos entre la movilidad y el turismo aun continúan en disputa.  
Existe un prejuicio en considerar al turismo como un acto de alienación.  
Aun cuando Tribe ha sido el autor que mayor acercamiento ha tenido respecto a la  
descripción de esta indisciplina, poco ha aportado a la comprensión de las causas  
centrales que coadyuvan para generar dicha fragmentación, y es en este punto que la  
presente discusión intenta situarse como un abordaje superador.  
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¿Es el turismo indisciplinado por naturaleza?, ¿es la indisciplina lo mismo que la  
fragmentación?, ¿es el tiempo de maduración necesario para la consolidación de una  
ciencia?  
Tribe no explica, mucho menos define, las razones por medio de las cuales el turismo  
no pueda consensuar una misma epistemología con bases negociadas para un mismo  
objeto de estudio. La indisciplina es propia de la falta de regulación, mientras que la  
fragmentación es un resultado de la falta de diálogo.  
La fragmentación en el turismo  
El epistemólogo Manuel de Landa sugiere que la sociedad puede funcionar gracias a  
dos mecanismos que trabajan complementarios: la estructuración de las normas  
(territorialization) y a su vez, la desestructuración (deterritorialization). Centrado en la  
teoría del ensamblaje, de Landa propone un modelo por demás particular. El todo (que  
es siempre social) no es la suma de sus partes, sino una estructura que toma entidad en  
sí mismo por medio del funcionamiento conjunto de todas sus partes. Para que ello  
suceda, debe haber un juego entre la cooperación que tiende hacia el arraigo de la  
norma, y el conflicto que permite nuevos ensamblajes con nuevas interacciones. Por  
ejemplo, al mismo momento que el ethos capitalista sienta las bases para imponer una  
frontera común como el borde necesario del estado, los viajes y el turismo abren las  
fronteras a nuevas experiencias globales que desdibujan la autoridad nacional (de  
Landa, 2006). Uno entiende, entonces, que por su grado de desestructuración ¿el  
turismo lleva por su propia dinámica a la trans-disciplinariedad y con ella a la  
fragmentación?  
Una respuesta sencilla al problema apunta a la siguiente explicación. La trans-  
disciplinariedad por sí misma no es un factor de peso para decretar la “fragmentación en  
la producción de conocimientos” a no ser que se den ciertas condiciones estructurales  
que rompen con la lógica causal propuesta por la ilustración. En otras palabras, dicha  
ruptura se corresponde con el reciclaje de nuevas formas de producción que parten de la  
economía de escala a la economía de segmentación. En esta última, donde cada persona  
es un mundo, la causalidad toma un nuevo significado donde lo interpretativo juega un  
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rol de peso. La ciencia, desde sus orígenes a la actualidad, ha tomado una evolución en  
tres fases.  
Desde la antigüedad hasta el fin de la edad media, el hombre se interesó por aquellas  
cuestiones que hacían a la relación del hombre y su ciudad con el entorno. Su economía  
era puramente de subsistencia vinculada a la ganadería y la agricultura primarias.  
Existía un apego importante del hombre a su territorio y a su linaje ya que no existía el  
trabajo rentado como hoy lo conocemos, es decir la posibilidad de una persona de elegir  
a dónde, bajo cuál paga y para quién trabajar. Las disciplinas que regían la vida de los  
hombres eran la filosofía, la astrología, la medicina y astronomía, entre otras. A esta  
fase se la denomina“producción primaria del conocimiento”. Deviene, inmediatamente  
a la edad media tardía, una segunda fase, a la que se denominará “producción  
secundaria del conocimiento” en donde las revoluciones industriales y Cromwelliana  
han dejado su huella.  
El trabajo y la relación del hombre con su linaje comienzan a desdibujarse debido a la  
necesidad construida y consensuada de vender la fuerza de trabajo según las  
condiciones del contexto. El hombre poco a poco deja de estar sujeto a su Dios, su  
ciudad, su maestro, para comenzar la aventura capitalista basada en la especulación, el  
control de resultados y el cálculo. En este proceso, nacen nuevas disciplinas (que van  
desde el siglo XIX hasta mediados del XX) como la psicología, la antropología, la  
geología, la sociología, etc. Estas nuevas disciplinas están totalmente orientadas al  
estudio del hombre, pero simplemente no buscando cuestiones abstractas universales,  
sino particulares con énfasis en el trabajo industrial, la pobreza, el desarrollo, etc. Las  
“ciencias sociales” entran en conflicto con las disciplinas ya establecidas, la sociología  
es repudiada por la filosofía y la psicología hace lo propio con la psiquiatría (medicina),  
entre otros ejemplos que se puede mencionar. Sin lugar a dudas, lo que se comienza a  
observar (inevitablemente) es una fragmentación sostenida en la forma de generar e  
interpretar el conocimiento. Estas formas de producción científica no pueden ser  
estudiadas fuera de lo que representa la estandarización del aparato productivo pos-  
moderno. La estandarización sistémica (es decir la posibilidad de acumulamiento de  
datos comparados que todos los positivistas defendían) era directamente proporcional a  
la fabricación de productos en serie. La sociedad y el comportamiento humano  
comienzan a ser considerados como un todo sistémico en donde existen inputs, procesos  
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y outputs los cuales indefinidamente se retroalimentan con otros sistemas. La  
interacción social es la base conceptual de las cuestiones que pretenden estudiar estas  
nuevas ciencias. Sin embargo, la situación cambia radicalmente hacia fines del siglo  
XX, para ser más exactos para 1970 cuando los países capitalistas se dan cuenta que no  
pueden garantizar la producción en serie en forma sostenida. Ello se debe a las serias  
condiciones energéticas generadas por la guerra árabe-israelí en donde las industrias  
deben introducir un nuevo concepto de consumo para que el capital, nacido de la  
revolución industrial pueda virtualizarse. Ya no parecía ser tan importante la producción  
de capital para la compra de mercancía como explicaban los postulados marxianos, sino  
que, al contrario, la mercancía servía como condición para producir y acumular dinero  
en forma generalizada. La relación clásica entre productor y producción es reemplazada  
por mediadores simbólicos como el dinero, generando un solipsismo total en las  
maneras de generar experiencias en cada sujeto (Harvey, 1989). Si la economía clásica  
daba las bases para que la comprensión del mundo fuese estable, la desestabilización de  
una economía individual generó un efecto de dicotomización e indisciplina  
epistemológica en todas las ciencias. A este estadio tercero, se lo llamará etapa  
fragmentada de conocimiento” en donde las nuevas disciplinas (la comunicación, el  
periodismo, el turismo, la gastronomía, el management, la publicad, etc) comienzan a  
ganar terreno frente a otras disciplinas pertenecientes a la segunda camada.  
Debido a que dos de las mayores características de la posmodernidad han sido la  
fragmentación social y la subjetividad, estas nuevas formas del saber tienen una gran  
orientación al consumo y a lo estético. Estos nuevos valores de la sociedad, son  
repelidos y rechazados por las ciencias ya establecidas que nacen en la etapa segunda.  
La sociología y la antropología, sin ir más lejos, tildarán al turismo de una ciencia poco  
fundada en razones serias de estudio, acusaciones que ellas mismas ya habían recibido  
de sus antecesores. Dentro de este contexto, la investigación en turismo experimenta  
una fase de turbulencia en donde lo producido sigue sin adquirir el reconocimiento del  
resto de las disciplinas, no obstante, no por ello el alcance de sus estudios dista de  
alcanzar la rigurosidad de los índices más distinguidos o las revistas de alta calidad. Ello  
abre la puerta a una gran dicotomía, pues a pesar de la gran calidad de los trabajos en  
turismo, su estatus de disciplina autónoma se encuentra en pugna con otros saberes de la  
ciencia tradicional. Al no poseer un objeto claro de estudio, un método que la defina así  
como tampoco una sólida episteme, el turismo atraviesa actualmente serios problemas  
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de identidad. En esta disertación se explica en forma detallada las limitaciones centrales  
y coyunturales que hoy enfrenta la disciplina. En contextos de incertidumbre y alta  
movilidad, la turismología debe hacerse de lo transdisciplinar con el fin de lograr una  
definición acabada del turismo, que le permita comprender las “diferentes formas de  
turismo” a lo largo de la historia y en diferentes sociedades.  
Por último pero no por eso menos importante, Korstanje aclara que el turismo es una  
institución social que lleva miles de años de antigüedad. Muchas civilizaciones  
practicaban algo muy similar al turismo, a lo cual se lo llamaba viaje de recreación. En  
tanto desplazamiento recreativo, el viaje por descanso (elemento esencial del turismo),  
fue para muchas civilizaciones y grupos humanos no occidentales, una gran válvula de  
escape para mantener a la sociedad funcionando. Korstanje aclara, que la aparición de  
mejores y más rápidos medios de locomoción, mayor tiempo de ocio, y beneficios  
sindicales aplicables a los trabajadores industriales dieron como resultado una forma  
masiva (pero no por ello más democrática) y moderna del turismo. Muchos confunden  
este cambio con el nacimiento del turismo en sí mismo. El problema para definir al  
turismo es que desde sus inicios los investigadores intentaron una definición  
compulsiva, centrando la unidad turística al negocio. Korstanje explica que cada forma  
de turismo persigue las pautas y las normas de su propia sociedad. Por ese motivo, el  
error epistemológico fundamental fue comprender al viaje onírico como un  
desplazamiento sólo comercializable, nacido de la revolución industrial. El turismo debe  
ser definido como un rito bautismal de pasaje, cuyas funciones radican en aislar  
temporalmente al sujeto de las normas para una nueva reconducción renovada. El  
turismo recuerda cuan importante es el trabajo para cada sociedad. Para afianzar a la  
turismología como una disciplina científica, se necesitan definir objetos y métodos de  
estudio específicos de la disciplina, que permitan comprender cómo "las diferentes  
formas de turismo" convergen en las diversas sociedades. De la misma manera que los  
navajos han mantenido sus formas recreativas de turismo, otros grupos humanos no  
occidentales, también mantuvieron formas de esparcimiento similares. Construir una  
tabla periódica de todas estas expresiones, es la misión central del turismólogo para que  
la disciplina adquiera madurez (Korstanje & Busby 2010; Korstanje 2010; Korstanje  
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013; Thirkettle & Korstanje 2013).  
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Conclusión  
El discurso de la complejidad como razón necesaria para la trans-disciplinariedad  
agravó una situación generada por otras causas. A la vez que los epistemólogos  
confiaban en las predicciones de Jafari pero no notaban sus frutos, alentaban la  
investigación con el fin de lograr un estadio pleno de maduración. En principio  
supusieron que el tiempo era el factor clave, ignorando que el psicoanálisis se había  
consolidado como ciencia en apenas 15 años. Una segunda camada, en vistas de la falta  
de cohesión, sugirió la creación de una Academia Internacional que guiara a los jóvenes  
investigadores emergentes en Estados Unidos y Europa. Tras el fracaso de esta  
Academia, la cual paradójicamente pocos investigadores conocen, una nueva voz  
asociada a la complejidad del turismo, emergió. Según esta perspectiva, el turismo es un  
fenómeno volátil de difícil abordaje y por ello requiere de un abordaje trans-disciplinar.  
La “indisciplina” se corrige de alguna u otra forma que los expertos no pueden precisar  
luego de que el “diálogo” entre disciplinas permita una epistemología específica. La  
posición del autor de este artículo va por un carril alternativo, y propone otra  
explicación al problema planteado.  
Si el turismo no se ha consolidado como ciencia todavía, entre sus causas se encuentra  
la alta fragmentación de los conocimientos producidos. No obstante, lejos de ser la alta  
complejidad de la actividad, así como tampoco su connotación peyorativa para el  
imaginario colectivo, consideramos que la causa central es la disgregación entre causa y  
efecto acelerada por la crisis petrolera del 70, la cual ha dado lugar a una nueva  
cosmología del mundo, la postmodernidad. En este contexto, no solo el turismo, sino  
también otras disciplinas como la comunicación, el diseño y el management, tienen  
serios problemas para ser consideradas seriamente. La alta fragmentación y la falta de  
diálogos de las diferentes escuelas a la hora de poder definir no solo el objeto de  
estudio, sino una episteme clara, son dos de las causas principales de su retraso  
madurativo. Ello sucede porque la postmodernidad ha introducido una visión “basada  
en el solipsismo” de la realidad la cual es adaptable al contexto y a la percepción del  
sujeto. La economía moderna propugnaba por una producción a escala a la vez que  
mantenía una visión coherente y sostenida de la realidad. Las ciencias nacidas dentro  
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del ethos moderno como la antropología, la psicología y la sociología no tardaron en  
encontrar su madurez ya que no solo adoptaron un objeto definido sino que sentaron las  
bases para una episteme consensuada (obviamente con sus similitudes y diferencias).  
Empero, con el embargo petrolero del 70, que ha resultado en la falta de los recursos  
necesarios para mantener una economía industrial de escala, la modernidad dio paso a  
una nueva mutación en donde ya la comunidad no era importante. En su lugar, la visión  
de una realidad inmutable se reemplazó por una forma ajustable a lo que cada persona  
necesitaba. De la misma forma que el sistema productivo en crisis vio la necesidad de  
segmentar las unidades de negocio para adaptarse a los nuevos tiempos, la realidad ya  
no era una, sino varias, todas acorde a cada persona. En este contexto de desorden, las  
disciplinas académicas que vieron la luz encontraron serios problemas para consolidarse  
con una epistemología definida.  
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